La semana pasada el Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra) presentó en Donostia su 'Informe de Competitividad del País Vasco 2011', en cuya elaboración ha participado Mari Jose Aranguren, quien destaca la necesidad de que los clústers cooperen entre ellos.
El informe de Orkestra de este año resaltaba que las empresas vascas no innovan como debieran y se limitan a seguir estrategias de otras regiones y países. ¿Por qué no se realiza en Euskadi una innovación más radical?
Hay más de un factor que explica esa circunstancia. Uno de ellos es la estructura organizativa predominante en las empresas, que sigue siendo muy vertical. Hay algunas compañías que cuentan con estructuras planas que permiten que innoven todos los trabajadores, pero en la mayoría son pocas personas las que deciden sobre innovación y el resto de la plantilla se limita a ejecutar. En los países nórdicos, que tienen estructuras más horizontales, se tiene en cuenta el conocimiento de todos los trabajadores, que se canaliza a través de grupos de trabajo y delegando competencias, lo que permite obtener mejores resultados. En el centro de Europa la situación es intermedia pero en los países del sur del continente, como España, imperan las estructuras verticales que dificultan los procesos innovadores. Otro factor es que, pese a que a nivel tecnológico estamos bien posicionados, con una buena red de agentes, falta la conexión entre todos ellos, entre las empresas, la Universidad y los centros tecnológicos.
¿Eso es porque cada uno entiende la innovación como un negocio propio?
Sí, tal vez. Faltan estrategias compartidas, líneas comunes. El futuro de Euskadi pasa por la coordinación de los distintos sectores; por ejemplo, adaptando las biotecnologías a la máquina herramienta. Pero, lamentablemente, de momento cada uno va a lo suyo. Uno de los mensajes de la Comisión Europea es que todas las regiones han seguido políticas similares de apoyo a los mismos sectores pero ahora hay que hacer regiones especializadas de forma inteligente, en lo que sean buenas y tengan competencias. Se trata de que sectores innovadores emergentes se adapten a las ramas de actividad tradicionales con el fin de impulsar a estas últimas. Por ejemplo, en Finlandia están conectando las nanotecnologías al sector papelero.
Entonces, ¿habría que fomentar la colaboración entre los clústers?
Eso es. La política de clústers desarrollada en Euskadi desde los noventa ha fomentado las relaciones entre empresas dentro de esas asociaciones, es decir, entre los propios asociados, los clientes, los proveedores, etc.. Actualmente, en cambio, urge la colaboración entre clústers para poder llevar a cabo una diversificación relacionada con el saber hacer de la región y desarrollar sinergias que traerán como consecuencia la generación de bienestar en la sociedad. Hay que aprovechar que estamos bien posicionados porque en muchas regiones no existe el desarrollo de clústers que tenemos aquí.
Ha habido experiencias en ese sentido, ¿no?
Sí. Ha habido algunas aproximaciones como la de la máquina herramienta (AFM) con la aeronáutica (Hegan) o la de la electrónica y telecomunicaciones (Gaia) con la automoción (Acicae) pero son iniciativas entre solo dos clústers. Ahora se ha creado una mesa interclústers que está siendo impulsada por el Departamento de Industria y esperemos que sea la base para el desarrollo de sinergias a mayor escala.
¿Se está realizando de manera correcta la internacionalización?
Los datos muestran que hemos ganado cuotas en los mercados internacionales pero las exportaciones se concentran bastante en la UE y Latinoamérica. Aunque se dan pasos y hay crecimiento en países emergentes, no es suficiente aún. El problema es que es una demanda distinta, con unas clases medias que representan un mercado enorme pero desconocido para nosotros. Por eso el reto es conocerlos mejor para poder abordarlos. En Orkestra tenemos en proceso un proyecto para analizar casos de internacionalización de empresas vascas con el fin de detectar las situaciones de éxito. La colaboración entre empresas puede ayudar mucho cuando se trata de transmitir conocimientos útiles para otras compañías que no están tan internacionalizadas.
Las pymes y micropymes vascas, la inmensa mayoría del tejido empresarial, tienen limitaciones para innovar e internacionalizarse. ¿Qué se puede hacer?
Hay que buscar políticas para facilitarles el acceso a esos dos campos porque, por ejemplo, no tienen interlocutores válidos para ponerse en contacto con centros de I+D. Harían falta programas de absorción de tecnologías y en internacionalización, iniciativas de búsqueda de partners que les ayuden a salir afuera. Estamos en un momento en el que hacen falta políticas que impulsen que las empresas internacionalizadas e innovadoras profundicen en otros mercados y otros productos y que las que no lo están comiencen a hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
¿No son adecuadas las políticas actuales?
Lo que hace falta no es tanto que se den ayudas puntuales sino que se tengan en cuenta las necesidades sistémicas, que se lleven a cabo políticas coherentes y coordinadas unas con otras entre los diferentes departamentos de una administración y también entre diferentes administraciones, lo que se conoce como gobernanza multinivel.
Eso puede ser difícil con administraciones gobernadas por tantos partidos, ¿no cree?
Es posible, pero lo vamos a tener que hacer. Que haya mucha administración no es un problema si está cerca del ciudadano porque se puede contar con más conocimiento. Tener una riqueza institucional no es malo si existe un diálogo y un buen entendimiento entre las diferentes administraciones.
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